Antes solíamos tener nuestras mejores fotos en las paredes del estudio, enmarcadas en la habitación o incluso en el escritorio de algún ser querido. Ahora, cuando nos gusta una foto va directo y de inmediato a la actualización del Facebook.
¿Tendrá alguna implicación el que subamos nuestras fotos a las redes sociales? De entrada me parece que hacemos público algo que antes era privado, incluso íntimo. Como lo he comentado en otros artículos, corremos algunos riesgos al publicar datos tan personales.
Por otro lado, las fotos donde nos gusta cómo nos vemos representan nuestra imagen idealizada, la manera en que quisiéramos vernos siempre y también que los demás nos percibieran así. Pero obsesionarse con esto se traduce en un abandono del “yo real” por el “yo ideal”.
Aunado a esto, recientes estudios sobre el tema revelan que subir fotos a las redes sociales daña nuestras relaciones personales “reales”, e inclusive llega a molestar a contactos que no son amigos cercanos ni familiares.
Y valdría la pena también cuestionarnos si el narcisismo, tan cultivado en estos tiempos, se estará incrementando a partir del uso cotidiano de las nuevas tecnologías, sobre todo en usuarios que publican muchas fotos o selfies en las actualizaciones de sus estados.
Imagen vs. vida real
Me dio mucha risa (debo confesarlo) cuando una clienta me platicó que se fue de campamento con su familia, pues aunque no les fue tan mal en su aventura en el bosque, sus contactos del Facebook creyeron que la familia se la pasó “sensacional”.
“No pudimos poner la tienda de campaña, así que pedimos ayuda al encargado del lugar; nos tomamos foto con la tienda ya puesta, la publicamos e hicimos alarde de nuestro logro. Sólo tomamos fotos como de pose, pero la verdad no la pasamos tan bien como parecía en las imágenes”, comenta.
«Subir fotos a las redes sociales daña nuestras relaciones personales reales»
He escuchado otras historias parecidas, donde se simulan o fabrican eventos o situaciones única y exclusivamente para sacar la foto y subirla en las redes sociales, como si esto le diera validez o algún tipo de veracidad al suceso. ¡¿Qué?!
Al parecer ahora tenemos dos “mundos” donde podemos socializar. Uno de ellos lo podemos editar, borrar, repensar, premeditar e incluso manipular antes de comunicarlo. El otro sigue siendo el tradicional: encontrarse con alguien e interactuar.
Este hecho se presenta de forma muy elocuente en el famoso video de Shimi Cohen “Loneliness” el cual tiene como premisa que mientras más nos “conectamos” en línea, menos interacciones humanas reales tenemos.
Así que a base de fotos pre-fabricadas podemos presentarnos en las redes sociales con imágenes maravillosas, vidas envidiables y situaciones excepcionales, sólo para demostrar lo guapos, perfectos y afortunados que somos. ¡Glup, suena patético!
Todos estamos en la labor de establecer metas y definir aspiraciones. Así formamos la imagen del yo idealizado, que es lo que yo quisiera ser. Y siempre está latente el peligro de confundirnos entre el yo real y el yo idealizado. De hecho, muchos adoptamos la imagen del yo idealizado como la real. Y al parecer ahora las redes sociales son herramienta para llevar esto a cabo.
Sin duda debemos tener cuidado y aclarar a tiempo esta confusión, pues la vida realmente transcurre offline y no a través de nuestras imágenes online.
Publicar, publicar, publicar…
La verdad es que a todos nos gusta Twitter, Facebook, Instagram y publicar fotos en ellos. ¿Cuál es entonces el problema? Como de costumbre, quizá pueda ser el exceso.
Un estudio de la Universidad de Birmingham de Inglaterra profundizó en este tema. Sus resultados señalan que aquellos usuarios que suelen publicar constantemente imágenes de sí mismos en la red disminuyen el apoyo y simpatía que podrían obtener de sus contactos.
En el escrito también se establece que los usuarios interactúan con las fotos dependiendo del tipo de imagen y de la relación que tienen con su contacto. Así, una foto muy personal puede lograr los “likes” de los amigos íntimos, al tiempo que puede provocar el desdén de colegas o contactos no tan cercanos.
«Los narcisistas de hoy están cambiando el espejo por la foto de perfil»
El estudio también agrega lo que arriba anotaba: la publicación constante de fotos de uno mismo reduce de manera significativa la intimidad de la persona, además de que se expone ésta a la opinión y el escrutinio permanente, tanto de sus amigos como de sus no tan amigos.
David Houghton, uno de los autores de este estudio comenta: “Nuestra investigación encontró que aquellos que publican continuamente fotografías están dañando sus relaciones en la vida real. Esto por la sencilla razón que a menos que realmente sean parientes o amigos, todos los demás no reciben bien a la gente que publica muchas fotos de sí mismo”.
Al parecer la mesura, regla que quizá podamos aplicar a muchos ámbitos de la vida, también aquí puede ser útil y válida. Claro, si queremos conservar sanas nuestras relaciones con los amigos no tan cercanos o con nuestros contactos en general.
La de perfil
“Nadie es tan feo como en su foto del IFE ni tan guapo como en su foto del Facebook”, reza un célebre refrán del dominio público. El perfil que mostramos en las redes sociales y sobre todo la foto que posteamos en él hablan de nosotros, de nuestros gustos, miedos, expectativas, carencias, deseos, etc., pues como todos sabemos, las imágenes hablan por sí mismas.
Existe una gran variedad de fotos de perfil, que van desde el típico close-up hasta aparecer con el amigo, la pareja o la mascota. Hay también los que prefieren establecer como su foto de perfil la de un animal o un bello paisaje. Y otros gustan de usar la imagen de un personaje famoso, sobre todo en caricatura (al que le quede el saco que se lo ponga).
Para abundar en este tema de una manera un tanto jocosa, pueden visitar una infografía de mylife que ha estado circulando por la red, en la que se da un significado específico a algunas de las principales y más comunes fotos de perfil.
No está de más comentar los engaños más obvios de los que todavía son víctimas muchas personas alrededor del mundo. Y es que hay gente que levanta perfiles falsos con fotos de mujeres bellas y voluptuosas, o de hombres guapos y musculosos, con el único fin de atraer tráfico a sus sitios (social media marketers). Pero ese mismo gancho es el que utilizan defraudadores y extorsionadores para atraer a incautos que se convierten es sus víctimas.
Redes sociales y narcicismo
El narcisismo ha sido catalogado como una epidemia de nuestros tiempos. La admiración excesiva de la imagen de uno mismo parece ser uno de los “valores” más promovidos en la actualidad. Y ahora con el uso continuo de de las cámaras digitales y las integradas a teléfonos inteligentes, nos podemos preguntar si la tecnología per se está fungiendo como un facilitador o incitador del narcicismo para las nuevas generaciones.
Jean Twenge, psicóloga y profesora de la Universidad de San Diego, publicó recientemente los resultados de una investigación sobre este tema. En el estudio, llamado “Las Redes Sociales como incitadoras del narcicismo”, señala que el narcicismo claramente se traduce en mayor uso de las redes sociales; que las redes sociales ayudan a mejorar la imagen de uno mismo y que la gente que necesita incrementar su autoestima las utiliza más.
«En el mundo de nuestro yo ideal podemos editar, borrar, repensar, premeditar e incluso manipular nuestra imagen antes de comunicarla al mundo»
“Mi investigación descubrió que el narcicismo se ha incrementado en los últimos 30 años en la cultura americana, mientras la empatía va en declive. Sería fácil culpar de esto a las redes sociales, ya que muchos estudios señalan que la gente narcisista es la que usa más frecuentemente estos medios para auto promoverse. Pero no significa que las redes sociales inciten o promuevan el narcicismo” comenta Twenge.
Así que al parecer el narcisista offline es el mismo que online. Los narcisistas de hoy están cambiando el espejo por la foto de perfil, pero la web y sus múltiples medios sociales no están siendo un factor determinante para incrementar esta práctica en las nuevas generaciones.
¡Foto, foto!
Muchas de mis fotos están en el ciberespacio, sólo que no están disponibles para todos mis contactos. También me gustan las fotos impresas, a la antigüita. Incluso he pensado en comprarme un marco digital, para seguir con la tradición familiar de decorar la casa con las escenas y retratos de nuestros seres queridos.
Lo cierto es que cada día hacemos de nuestra vida privada un asunto más público: imágenes de vacaciones, cumpleaños y sucesos trascendentes van a parar a la web inminentemente. Debemos entonces estar conscientes de esta realidad y aceptar las consecuencias y posibles implicaciones que puedan derivar de hecho.
Tampoco está de más hacer una revisión de nuestra imagen real, lo que somos actualmente y aceptarnos así, sin más. Por supuesto que tenemos aspiraciones y queremos lograr nuestras metas, pero tener una sana y bien cimentada autoestima resulta fundamental.
Si lo que nos interesa es llevar relaciones amistosas con todos nuestros contactos de las redes sociales, sería prudente no publicar selfies tan seguido, ahora que si no nos interesa ser tan amistosos me parece igual de válido. Al final, nadie es “monedita de oro”.
Mi recomendación final sería que no nos olvidemos de la línea que separa la vida virtual y la real, para así no suplir nuestras carencias (muy humanas por cierto) a través de exponer fotográficamente nuestra vida en Instagram, Twitter o Facebook.
Está buenísimo, felicidades!!
Sandra, el tema es interesantísimo. Es cierto, la gente busca postear o publicar sus mejores fotos, muchos incluso presumir momentos o hasta inventarlos para dar la apariencia de lo que no son en realidad… Pero, en realidad siempre han sido así las cosas. Antes, sin redes sociales, se "revelaban" las fotos y colocabas de manera visible la mejor, en la reunión platicabas de tus viajes o hazañas, fueran ciertas o no. El problema real, en mi parecer (y tal como lo mencionaste) es hoy en día la auto-violación de nuestra intimidad, el número de personas que potencialmente pueden ver las fotos y ser testigos de lo que hago y dónde lo hago (con los riesgos de seguridad que implica esto). Creo que es muy importante señalar que las mayores víctimas de la nueva moda del "profile picture" son las mujeres, y más preocupantemente, las adolescentes. La foto más atrevida, la que enseña más pareciera ser la necesaria para ser aceptada, para ser atractiva, pero nadie les habla del daño público a su propia imagen, de lo "alcanzable" que se pueden volver (cibernéticamente hablando), ni del riesgo que corre su propia foto. Las redes sociales no son de nuestros tiempos, los adultos de hoy somos migrantes y por ello hay tantos vacíos, tanta falta de ejemplos y de reglas básicas de interrelación. Pero somos nosotros, los adultos, los que no debemos perder de vista que, pese a nuestra inexperiencia o ignorancia sobre el tema, somos quienes debemos guiar y regular el uso de las redes sociales. Los padres debemos decidir qué tipo de fotos se publican y a quien se comparten y no sólo excusarnos con que no usamos FB o twitter porque no conocemos y dejemos en manos inmaduras la seguridad de nuestros seres queridos.
Muy interesante el artículo y muy actual en lo que dices.
Un interesante artículo de mi amiga Sandra Villaseñor Manrique precisamente retomando la cosificación del ser humano en donde el cuerpo ya es virtual.
Totalmente de acuerdo contigo Sandy.
Me gustó mucho! la televisión insiste en repetirnos que lo más importante es la "imagen", la apariencia. Aparentar un canon de belleza casi siempre inalcanzable, una felicidad y una perfección que no son de este mundo. Por otra parte también se promueven las conductas adictivas,a los objetos, a las golosinas, a los tónicos, a ese mundo virtual que al mismo tiempo nos homogeneiza y nos aisla. el oro de nuestra época se llama fama. Al alcanzar la fama, podemos obtener todo lo demás dinero, sexo, placeres…. y otra enseñanza de la televisión es que para saltar a la fama hay que hacer marketing, crear un mito, hacerse deseable, socialmente aceptable, popular… qué triste cuando todo es aparentado y en realidad la inadaptación el complejo y la antisocialidad enmarcan una vida gris y común. qué triste pensar que sea planteado como un modelo de vida, útil a un sistema y al final, desechable…
adaptarse o trabajar en una institución gubernamental¡¡ jajajajajajajajajajajajajajajaja¡¡¡¡¡ relaja coño¡¡¡ es parte de, la idea es hacerlo interesante y honesto¡¡¡¡
Sandra, que buen artìculo , con tu permiso lo voy a compartir…
Cada vez mas, crecemos en tecnologia, con edificios altos y calles anchas pero con criterios mas cortos y menos conocimiento de sì mismos…
Me gustó mucho el artículo. Solo comentaría algunas cosas que dice Guillermo.
Con referencia a la fotografía, el “selfie” y el “mejor momento” son totalmente ajenos, he perdido la cuenta de las veces que he observado a la gente tomándose fotos en las circunstancias menos favorecedoras en viajes y eventos.
El selfie como tal (foto perfil) me parece un fenómeno de redes sociales, por principio porque ahora todo mundo trae una cámara (móvil) y las fotos “no cuestan” (son digitales). Lo de antes eran momentos familiares y por la naturaleza del film y las casas de revelado, la gente tendía a pensar mejor qué fotos tomaba (imagina rollos de 36 como máximo) así como la creación del album del viaje, que era todo un rito porque la foto no se desperdiciaba. Las cámaras, aún las Polaroid, requerían cierta atención al tomar fotos. En la era del móvil la gente ya no pone atención, le vale madres.
Ahora hay apps para smartphones que de manera muy sencilla te dejan editar hasta las arrugas.
En cuanto a lo que dices de los adolescentes como principal usuario, resulta curioso saber que a Facebook tiene muy preocupado la caída de su popularidad en ese segmento, los chavos se están yendo a Snapchat (tanto así que Facebook ofreció a Snapchat tres mil millones de dólares por su app).
De lo anterior, ahora el segmento de más usuarios crece con los adultos, quienes curiosamente usan más Facebook y los más jóvenes parecen usar más Twitter.
A todo esto pienso que tenemos un problema de comunicación e identidad más grave. El usuario se reinterpreta a si mismo y el receptor, que en este caso podría ser la pareja o los seguidores, vuelven a reinterpretar a la persona a través de imágenes sueltas, textos y video, creando literalmente otra imagen (mental y caótica) con todo lo anterior. Eso es algo que antes no existía porque el album lo veías en casa de la persona y mientras conversabas observabas un lenguaje corporal que integraba todo a un contexto. En ese sentido las redes sociales pueden crear serios malentendidos, al editarte te vuelves un “acertijo social”.
Excelente artículo. ¡Gracias!