Progreso, vertiginoso progreso…

Telex

¿Quién se acuerda del fax, del VHS, el Beta… no se diga el Super 8? ¿Los beepers? ¿El Atari? ¿Los rollos para la cámara… revelado en 1 hora, «mientras espera, joven»? ¿Los floppy disks de 2.5 megas, los ZIP ya de 100? ¡Uf! ¿La antena parabólica? ¿Los cassettes de cromo o de metal, mejores que los normales… de 60, 90 o 120 minutos? De 120 no, por que se atoran. ¿El Walkman? ¿Las tornamesas, las agujas, tan difíciles de reponer cuando se rompían, los discos rayados… los LPs a 33 r.p.m., los singles a 45? ¿Los teléfonos con marcación por pulsos, girando el disco con un dedo… tra-tra-tra-tra-tra-trá (marqué el 6)… por supuesto con cable, nada de andarse moviendo por toda la casa mientras se hablaba? Tu-tu-tu… está ocupado. ¿Los teléfonos públicos, primero de monedas de 20 centavos (se me acabó el veinte, de ahí), «para continuar, deposite sin colgar otra moneda»… luego gratis por un tiempo después del temblor del 85, luego, hasta hace muy poco, con tarjetas? ¿La máquina de escribir, mecánica Remington o eléctrica, ¡eléctrica! Olivetti, con cinta de tintas negra y roja? ¿El télex, los telegramas… ‘»LLEGAMOS BIEN STOP»? ¿Las cartas escritas a mano, el sabor de la goma de los timbres al pegarlos con saliva al sobre… echarlas al buzón y esperar el silbato del cartero con la contestación?

Todo esto era moderno ayer o anteayer. Yo ya era adulto y no soy tan viejo. ¡Todo lo fuimos viendo aparecer en su día con tal asombro! Y todo ha ido desapareciendo demasiado rápido, sin darnos tiempo de sentir un presente que ahora sabe siempre a futuro, que se vuelve pasado sin acabar de hacer nido en la memoria. ¡Pareciera que estoy hablando de gramófonos, de tartanas, trabucos, locomotoras de vapor o veleros bergantines! Progreso, progreso… bendito y terrible al mismo tiempo, tan vertiginoso que no deja momento ni lugar en el alma para la nostalgia.




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