Reseña del próximo disco de estudio de Black Sabbath.
Lanzamiento: 10 de junio.
La tarde del lunes quince de abril parte del mundo se convulsionó con la noticia de unos supuestos atentados terroristas en el emblemático ‘Maratón’ de la ciudad de Boston, en el estado de Massachusetts. Tres muertos ese lunes: espectadores que fueron víctimas de las explosiones de bombas caseras, así como cientos de heridos; para la noche de aquel día las imágenes de personas que habían perdido extremidades y las grabaciones de los estallidos se habían vuelto virales, pero todavía no había ‘sospechosos’.
El jueves de esa misma semana Black Sabbath hizo público el primer sencillo de su más reciente disco de estudio (disco que fue grabado con tres cuartos de la alineación original), el cual llevaría el nombre de God Is Dead?. La noche de ese mismo jueves, y la madrugada del viernes, los hermanos Tsarnaev combatieron ferozmente a los cuerpos policíacos de Boston y uno de ellos perdería la vida en los enfrentamientos: «no hay a dónde correr/ no hay dónde esconderse/ me pregunto si nos veremos otra vez del otro lado».
El momento en que salió este esperadísimo primer sencillo no pudo ser mejor, por obra de la casualidad dicha canción se convirtió por antonomasia en la ‘banda sonora del fin del mundo’. Y es que, lo que la voz de Ozzy y lo que Black Sabbath (en su conjunto) representan en el imaginario colectivo de la cultura pop es aquello que la sociedad pretende negar: la maldad innata en el ser humano, la oscuridad que hay en todos nosotros. Sin embargo, a un nivel filosófico, las letras de esta pista —que a mi juicio abusan (i.e. las letras) de la línea ‘Dios está muerto’— sirven más para ilustrar lo inservible del dualismo mediante un monismo dialéctico, en específico en la línea «con Dios y Satanás de mi lado de la oscuridad saldrá luz», que para presentar una postura nihilista —no obstante utilizan la imagen del filósofo alemán que acuñó esta frase emblemática del nihilismo en la portada del sencillo. La realidad es que musicalmente la canción es increíble, una mezcla de ‘doom’, con los riffs metaleros característicos de la guitarra de Iommi y con todo aquello que estos pilares del Rock han dejado como legado para la humanidad.
El nuevo disco de larga duración de Black Sabbath es una reproducción en pequeño de sus glorias pasadas
Dentro de un contexto histórico-musical, la importancia de Sabbath en los setentas es insoslayable: son considerados por algunos como los progenitores del ‘metal’ y del ‘doom’; y en términos prácticos ellos iniciaron el ‘stoner’ con la primer canción de su tercer LP (Master of Reality) titulada: Sweet Leaf. Son pues, sus tres primeros discos, álbumes obligados para todo entusiasta del rock y del metal —o de cualquiera de sus subgéneros. A pesar de esto, y por increíble que parezca, fueron rebasados por todas estas corrientes estéticas de la música moderna; hoy en día la forma en la que mutan el rock y el metal hace que sea prácticamente imposible seguir la pista de todos aquellos músicos (profesionales o aficionados) que presentan sus propias interpretaciones a través de la red. Por eso uno podría decir que el nuevo disco de larga duración de Black Sabbath, titulado 13, es una reproducción en pequeño de sus glorias pasadas y no una nueva propuesta estética; algo que incluso ellos nos dejan entrever en la línea: «rewind the future to the past», la cual se desprende de la primer canción del nuevo álbum. Es la lírica del disco uno de los puntos fuertes de éste: las letras de Zeitgeist cuestionan tenuemente a la posmodernidad[1], mientras que en Age of Reason lo hacen frontalmente. Con Loner entregan un himno para todos aquéllos que no podemos ni regalar un ‘hola’.
Muchísimas cosas han pasado en treinta y cinco años desde 1978, año en que la banda lanzó ‘Never Say Die!‘: desde la tercera revolución industrial hasta el programa de telerrealidad de Ozzy que salía en MTV, en el cual lo vimos como a cualquier otro padre de avanzada edad (que además padece de un trastorno en el habla) sufriendo por los berrinchitos de sus hijos malcriados. La banda pasó por tantos cambios, como el hecho de que el difunto Ronnie James Dio fue por tres discos el vocalista, que a uno le falta espacio en la memoria para poder almacenarlos todos. ¿Por qué sacar el décimo tercer disco ahora, en pleno dos mil trece, aun cuando el baterista original dijo que le habían ofrecido un contrato indigno para un músico de su categoría y que por lo tanto era imposible que él lo firmara? Iommi, quien hace un año fue diagnosticado con linfoma, lo explica lacónicamente: «es ahora o nunca»[2]. Aunque claro, las necesidades monetarias siempre son un factor importante.
Las ocho canciones —que juntas apenas rebasan la marca de los cincuenta minutos— incluidas en la edición estándar del álbum lo hacen conciso y más efectivo para el escucha casual, no así las once canciones que vienen en la edición ‘de lujo’ que lo convierten en un disco innecesariamente largo y hasta tedioso. Los fanáticos de la banda, como es de suponerse, apreciarán más la edición de lujo; ya que, como el místico Zaratustra exclamó: «Tú gran astro, ¡qué sería de toda tu felicidad si no tuvieras a «aquéllos» a quienes iluminas!»[3].
[2] «‘Why now?’ Rollins began. Osbourne summed it up: ‘It’s just time,’ he said. Those sentiments were echoed by Iommi, who said, ‘It’s now or never. We get along great. Everything’s really good.'» http://www.rollingstone.com/music/news/black-sabbath-announce-new-album-produced-by-rick-rubin-20111111 Consultado por última vez el miércoles cinco de junio del dos mil trece.
(y)
Creo que nunca es demasiado tarde para seguir tu sueño, muy buen artículo… Y creo que si abres una cuenta en Twitter, tus artículos pueden ser leídos x muchas más personas… Saludos y mucho éxito
Yo estoy súper enredado con la onda de las versiones. Según yo, End of the Beginning venía en la edición regular. Igual está bueno que hayas evitado los temas más manoseados -la voz de Ozzie-. Pero creo que, a fin de cuentas, el disco representa aún más para quienes este es su primer acercamiento a música más corrosiva, que para los que somos fanboys o nostálgicos.