La Muerte del Comendador, la nueva novela de Murakami

Comendador

Haruki Murakami ha sido ya por largo tiempo uno de mis novelistas favoritos. No considero que sea un escritor digno de un Nobel —para nada—, pero su universo es bastante particular, lleno de misterios, sueños, obsesiones, música, eventos sobrenaturales y referentes de la cultura pop. Cuando leo una novela de Murakami me da la sensación de que estoy leyendo el argumento de un buen anime Seinen (con temáticas adultas), y es una sensación que francamente disfruto.

Desde las primeras novelas que leí, Crónica del Pájaro que da Cuerda al Mundo, Kafka en la Orilla y Tokyo Blues, de inmediato me atrapó su prosa, —vaya manera de describir, de narrar el mundo. Esas pequeñas anécdotas disparatadas que van dotando a sus protagonistas de una visión única. Su cada vez más refinado sentido del ritmo, de la contemplación. Y esa inevitable sensación de que en dadas circunstancias cualquier cosa pudiera pasar, cualquier evento podría romper, de golpe y sin aviso, el realismo al que poco a poco nos veníamos acostumbrando.

El autor japones ha publicado este año su decimocuarta novela titulada «La Muerte del Comendador». Es una típica historia de Murakami, protagonizada por un hombre treintañero cuyo nombre jamás llegamos a conocer, donde se mezclan varios de los temas recurrentes de las primeras novelas del autor con una serie de recursos que ha ido refinando con los años y ahora domina con aparente facilidad.

DE QUÉ VA

La Muerte del Comendador es la historia de un pintor, o más propiamente dicho un «retratista», que después de separarse inesperadamente de su esposa, huye y termina recluyéndose en casa de un amigo cercano. Alejado del oficio que le ha dado de comer todos estos años, decide darse un tiempo para poner en orden su vida.

Aislado en lo alto de las montañas, su nuevo refugio fue por muchos años la casa-estudio de un renombrado pintor japonés (padre de su amigo) que por su ahora avanzado estado de demencia senil se encuentra indefinidamente hospedado en un asilo.

Es en este lugar donde suceden una serie de eventos que al principio parecen inofensivos pero con el tiempo empiezan a tomar otro matiz.

Un acaudalado y misterioso hombre de nombre Menshiki insiste en ser retratado por el protagonista por una cuantiosa suma de dinero (nunca revelada en la novela). El pintor accede a regañadientes y así entabla una relación que le ayudará a solucionar varios obstáculos y le creará otros tantos.

Más tarde, por una azarosa coincidencia, el protagonista descubre una pintura dentro del ático de la casa, obra de Tomohiko Amada, padre de su amigo.

Este hecho desencadena una serie de oscuras coincidencias, libera a personajes que no deberían existir, desata ruidos a mitad de la noche que no hacen sentido, historias de monjes petrificados que quizás era mejor no saber y una tragedia familiar que había sido borrada de la vida pública.

La misteriosa pintura lleva por nombre «La Muerte del Comendador» y parece retratar la escena en que Don Giovanni (de la ópera de Mozart) asesina al Comendador, frente a los aterrorizados ojos de Doña Anna, a la cual Don Giovanni pretende cortejar. Sin embargo, el cuadro es extraño en muchos sentidos: está pintado en estilo clásico japonés, contiene a un extraño personaje en una de las esquinas con una cabeza deforme, refleja una violencia desmedida que contrasta estrepitosamente con el consolidado estilo clásico del pintor.

Las novelas de Murakami me dan la sensación de ser el argumento de un buen anime Seinen.

Luego vamos descubriendo los misterios que llevaron al autor a crear esa obra, y a la par vamos descubriendo las intenciones ocultas de Menshiki, de Shizu —esposa del protagonista—, la historia de Mariye, la supuesta hija del vecino, y del «Comendador», entre otros seres extraños que desenmarañan poco a poco la travesía que el incauto pintor debe recorrer muy a pesar suyo.

Es una trama que sólo Murakami podría narrar, en esta ocasión acompañada de una banda sonora de ópera y música de cámara, y curiosamente una muy limitada selección de temas pop a los que el autor ha hecho referencia con tanta minuciosidad en pasadas ocasiones.

MURAKAMI REESCRIBIÉNDOSE

La Muerte del Comendador es una novela larga, si bien no tanto como 1Q84, pero sí sobrepasa las setecientas páginas. No diría que es una lectura cansada o tediosa pero ciertamente después de haberla terminado me queda la sensación de que no era necesario que fuera tan extensa.

Los eventos se suceden dando muchas vueltas y, en esta novela más que en anteriores, siento una intención del autor por soltar la información con demasiada precaución, como si revelar demasiado o con mucha premura fuera a arruinar la experiencia o desbalancear la anécdota que quiere plasmar en su texto.

Con Murakami, y sobre todo en sus últimas entregas, me pasa lo que con algunas series televisivas, una vez inmerso me cuesta mucho dejar de leer, me obsesiono con lo que va pasando y puedo pasar largas noches en vela hasta llegar a puntos donde la historia parece descansar.

Al ir siguiendo el hilo de la narración siento que el protagonista es muy cercano y su punto de vista, sus peculiaridades, sus gustos y sus descubrimientos se vuelven los míos: ese es uno de los grandes logros de la prosa de Murakami en los últimos años. Antes no era tan penetrante.

Sin embargo, siento que es un arma de doble filo, una que se excede en 1Q84, y aquí también está usada en demasía. Y al igual que con muchas series, sin importar cuán invertido esté, una vez que la historia ha terminado me quedo con muy poco que rememorar. Digamos que el impacto es poco duradero, es ahí donde siento que la lectura pudo haber sido menos extensa.

La Muerte del Comendador pareciera un mashup de varias historias

La Muerte del Comendador pareciera un mashup de varias historias que Haruki Murakami ya ha escrito anteriormente. La premisa básica es muy similar a «La caza del carnero salvaje», un tipo que se ve obligado a lidiar con un sujeto con mucho poder y dinero y tiene una extraña aventura recluido en un lugar aislado, bueno también podría ser «La Crónica del Pájaro que da Cuerda al Mundo», pero el tipo de personalidad del pintor me recuerda más a la primera. Los personajes fantásticos que se le aparecen, en concreto «El Comendador» me recuerda a los diminutos seres malignos que deambulan en las sombras en «1Q84».

Hay un anodino pasaje por un mundo subterráneo que pareciera evocar una travesía similar en «El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas», las remembranzas históricas de la segunda guerra mundial hacen eco a la guerra de Manchuria de «La Crónica del Pájaro que da Cuerda al Mundo», y así se suceden una serie de situaciones similares que hemos leído en otras novelas de Murakami. No por esto quiero decir que la lectura no sea amena, ni que el desenlace no sea satisfactorio. Lo son, el autor sabe cómo hilvanar todo para llegar a buen puerto. Sólo pasa que pierden frescura.

Murakami pareciera estar tratando de reescribir sus primeras novelas, sumando la experiencia ganada con los años

La trollística y mordaz crítica en redes sugería que esta novela parece una parodia de Haruki Murakami realizada por él mismo. Yo no concuerdo del todo. Pienso que es más como un Murakami actual tratando de reescribir sus primeras novelas, sumando la experiencia ganada con los años, haciendo uso de una mejor y más refinada técnica. Obviamente la anécdota no es la misma, pero pareciera permeada de las mismas premisas, de las misma búsqueda, de los mismos objetivos.

Con toda honestidad puedo decir que Escucha la canción del viento, Pinball 1973 y La caza del carnero salvaje son más originales, más interesantes y en ellas suceden más cosas inesperadas. Pero los recursos con que contaba Murakami eran limitados y la falta de claridad era evidente, sobre todo en las primeras dos. Hoy por hoy Haruki Murakami sabe cuál es su voz y la explota con sorprendente efectividad, pero quizás se empieza a quedar sin cosas que contar, y francamente sus últimas tres novelas ya rayan en lo formulaico, (aunque agradezco que 1Q84 tenga por primera vez una protagonista mujer).

VEREDICTO

La Muerte del Comendador es una buena novela. Si no fuera por las novelas que le anteceden de la mano del propio autor, tendría más puntos a su favor. Sin embargo, una vez cerrado el último capítulo, aún con un buen cierre, a mi parecer, se queda en el terreno de lo intrascendente.

Esta novela no cuenta una historia particularmente memorable, pero quizás la magia de Murakami reside en vivir el trayecto de la mano de su hábil narración, no así en simplemente arribar al puerto de llegada.

7
La Muerte del Comendador no es particularmente memorable, pero quizás lo mejor de Murakami esté en el trayecto, no en el puerto de llegada.

The Breakdown


Originalidad
5
Historia
8
Narración
9
Memorabilidad
6