Por fortuna, la lectura tiene también el fin de celebrar al lector.
-Andrés Neuman
En el relato breve “El género literario”, incluido en el libro Alumbramiento, Andrés Neuman ironiza sobre el mercado editorial y su relación con el cuento y la novela. El protagonista anónimo es un narrador breve, que luego de no tener noticias sobre su propuesta literaria va en busca de una respuesta definitiva a la oficina de un jefe editorial calvo, que convive con la cabeza disecada de un antílope. Él, tal y como lo describe el editor, es «un auténtico observador del alma humana. Un ojo de nuestro tiempo. Un estilista. Un poeta». ¿Basta eso para que el cuentista se consagre? La respuesta la ofrece el calvo: Preferiría que charlásemos sobre su novela. Es una sentencia lapidaria, y también un buen resumen lo que sucede en buena parte de los comités dictaminadores de las editoriales.
Hay quien piensa que el estado actual del cuento es el del desamparo, la marginalidad y la pronta muerte. Los autores saben que es mucho más redituable expandir sus historias y escribir novelas que serán leídas ya sea por el gran público o por los inefables críticos. Sin embargo, tan equivocados estaban los fatalistas que otrora decretaran el fin de la novela y el libro impreso como los que ya con aura fúnebre ven en el cuento a un género en fase terminal. Las historias breves resisten porque el hombre siempre estará ávido de ellas, y algunas editoriales, quizá pequeñas en relación con los gigantes que abarrotan las estanterías de novedades en las librerías, apuestan por reivindicar el género primigenio de la imaginación. Tal es el caso de Almadía, editorial con sede en Oaxaca y que en esta ocasión ha publicado una antología de cuentos del escritor argentino Andrés Neuman titulada de forma lúdica y ambigua “El fin de la lectura”.
Al bonaerense afincando en Granada desde hace ya muchos años saltaría a la fama luego de que “El viajero del tiempo”, una obra monumental de aliento decimonónico pero de ejecución contemporánea, se hiciera con el Premio Alfaguara. Pero Neuman es más que eso: a lo largo de su carrera de escritor, excepcional por lo vasto de su obra y su corta edad, ha explorado una gran cantidad de géneros, desde la poesía, pasando por el ensayo, la narrativa de largo aliento, los aforismos, hasta el tema que nos ocupa hoy, el cuento.
Lo que nos ofrece “El fin de la lectura” es un recorrido por las diferentes etapas de la narrativa breve del argentino, caracterizada por textos de gran concisión y que prescinden de elementos ociosos. El autor entiende que el arte es, ante todo, un oficio. Neuman se asume como un orfebre de las palabras y las situaciones. A través de sus cuentos vemos pasajes que se refieren tan solo a la imaginación de los observadores, como en “Teoría de las cuerdas” —texto en el que un hombre, a través de lo que ve en los tendederos de sus vecinos, se convierte en un creador de historias—, a las preocupaciones estéticas de lo que en apariencia es salvaje y brutal, como el boxeador narcisista de Ringo Mentón de Seda, o los predicamentos que surgen en un hombre que de afrontar la muerte de sus padres, temas explorados en “Madre atrás”, “Una silla para alguien” y “Estar descalzo”.
Dentro del conjunto de relatos, destaca también el que da título al libro. La anécdota no podría ser más memorable: tres escritores deben dar una conferencia acerca del fomento a la lectura, uno de ellos revisa con insistencia su celular, quizá pondera el peso específico de la existencia humana en Twitter o bien quiere pasar algún nivel de Candy Crush, mientras que los otros dos tienen una súbita epifanía: es tanta su vida literaria, entre ponencias, entrevistas y presentaciones, que se dan cuenta de que ya ni siquiera recuerdan cuándo fue la última vez que leyeron un libro. Esta es la reducción al absurdo de una tragedia literaria que ya avizoramos.
Es en este punto en el que el título de esta obra de Andrés Neuman recurre a los matices del lenguaje: ¿debemos entender El fin de la lectura como un anuncio fatalista sobre el futuro de las letras o más bien plantearnos cuál es la razón de ser de la literatura y, por consiguiente, sus posibilidades? Aunque el primero sea el más inmediato y quizá preferido por los intelectuales que para regodearse en estatus que tienen o pretenden ostentar recurren siempre a los presagios pesimistas sobre el arte, el segundo se erige como el más significativo. Las letras y la creación resisten de la misma manera en la que el cuento como género permanece, muchas veces sigiloso pero constante, perpetuo como la necesidad humana de las historias. Es por eso que el que haya autores como Andrés Neuman y editoriales que apuestan a esta faceta de la literatura no puede ser más gratificante.
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