En su artículo Vicente Huidobro y el arte abstracto, ¿o concreto?, Miguel Rojas Mix nos narra su encuentro con unos folletos que aparentemente han pasado desapercibidos por los expertos, y que documentan la relación de Huidobro con el arte de su época.
Es en estos folletos donde, exponiendo su postura sobre el realismo y el arte abstracto (que Huidobro llama “concreto”), Huidobro menciona la frase que lleva por título el presente escrito y que pertenece a un texto con una mayor profundidad:
En general, los llamados realistas lo único que hacen es quitar la vida a lo que tiene vida ¿Puede darse algo más triste que un caballo parado en medio de un cuadro, ese mismo caballo tan hermoso pastando o trotando en su campo de alfalfa, petrificado, muerto entre los cuatro listones de un marco?
La diferencia que hay entre una Rosa Bonheur -realista- y una Gabriela Rivadeneira -arte concreto- consiste en que mientras la primera quita la vida a algo que tiene vida, la segunda da vida a algo que no tiene vida. La primera es una asesina, la segunda una creadora. Pero la mayoría de los hombres son todavía animales de presa y adoran el olor a cadáver.
Yo jamás había percibido las cosas de esa manera, e instantáneamente imaginé un sin fin de pinturas donde la vida se daba y se quitaba casi arbitrariamente…. realidad y ficción, como ha pasado ya tantas veces en la historia de la humanidad, comenzaron a perder sus límites dentro de mi cabeza…
Y recordé aquella película de La Rosa Púrpura del Cairo, y a Fantomas contra los Vampiros Multinacionales, con Julio Cortázar, Octavio Paz, Susan Sontag y Alberto Moravia tratando de salvar al mundo.
Y recordé a Sam Lowry en Brazil, recordé su manera de vivir la realidad a través de los sueños, y después sus sueños a través de la realidad, para al final refugiarse por completo en el quiebre absoluto, es decir, en su locura… su locura como única opción para seguir vivo… para escapar de lo insoportable… para crear una realidad donde habitar…
Y la verdad es que aquella idea, la de crear realidades, resulta bastante atractiva e interesante, y lo mejor es que no hace falta volverse loco, ya que el mismo Huidobro concibe una teoría estética a la cual bautiza como creacionismo, y que consiste en, justamente “crear situaciones extraordinarias que jamás podrán existir en el mundo objetivo, por lo que habrán de existir en el poema[1] para que existan en alguna parte.”[2]
La realidad siempre está ahí, es prácticamente imposible escapar a ella, entonces… por qué no, por un lado, tomarse un descanso de aquel “inmenso panorama universal”[3], y por el otro, ¿por qué no aportarle a la realidad nuestro propio mundo, nuestra propia visión?
Huidobro escribe:
Os diré qué entiendo por poema creado. Es un poema en el que cada parte constitutiva, y todo el conjunto, muestra un hecho nuevo, independiente del mundo externo, desligado de cualquiera otra realidad que no sea la propia, pues toma su puesto en el mundo como un fenómeno singular, aparte y distinto de los demás fenómenos.
Dicho poema es algo que no puede existir sino en la cabeza del poeta. Y no es hermoso porque recuerde algo, no es hermoso porque nos recuerde cosas vistas, a su vez hermosas, ni porque describa hermosas cosas que podamos llegar a ver. Es hermoso en si y no admite términos de comparación. Y tampoco puede concebírselo fuera del libro.
Nada se le parece en el mundo externo; hace real lo que no existe, es decir, se hace realidad a sí mismo. Crea lo maravilloso y le da vida propia. Crea situaciones extraordinarias que jamás podrán existir en el mundo objetivo, por lo que habrán de existir en el poema para que existan en alguna parte.
Cuando escribo: «El pájaro anida en el arco iris», os presento un hecho nuevo, algo que jamás habéis visto, que jamás veréis, y que sin embargo os gustaría mucho ver.
Un poeta debe decir aquellas cosas que nunca se dirían sin él.[4]
Como dije en alguna nota al pie, esto no tiene por qué limitarse a los poemas… Nietzsche en alguna ocasión habló de hacer de nuestra propia vida una obra de arte; es decir, lograr que nuestra vida se afirme a sí misma constantemente… que sus rasgos y acciones devengan en hacer de ella un auténtico acontecimiento.[5]
Vicente Huidobro (Chile, 1893 – 1948) fue un poeta iniciador y exponente del ‘creacionismo’.
Cortázar decía que la fantasía que se encontraba en sus cuentos, no solo estaba en la literatura, sino que la proyectaba de manera perfectamente natural en su propia vida…. hablaba sobre la existencia de un paréntesis en la realidad donde la sensibilidad preparada para ese tipo de experiencia era capaz de sentir la presencia de lo fantástico…
¿Puede darse algo más triste que un caballo parado en medio de un cuadro?
No tengo nada en contra del realismo, pero sí en contra de lo que esté me llevó a pensar, y no, no puede haber nada más triste que un caballo parado en medio de un cuadro siendo que nuestras posibilidades son infinitas, y siendo que aún existen tantos mundos, tan particulares, tan de cada uno de nosotros por vivir, y para mostrar.
En este sentido, puedo decir que prefiero ampliamente el arte abstracto, el arte concreto… si “un poeta debe decir aquellas cosas que nunca se dirían sin él”, parece evidente que un ser humano debe pensar, hacer, y crear todas aquellas cosas que jamás sucederían sin él…
Y entonces, tal vez un día realmente exista un pájaro,
anidando en el arcoíris.
[1] Aunque Huidobro se refiere a los poemas, realmente su idea puede aplicarse a todas las artes, e incluso a todas las cosas en general.
[2] Huidobro, Vicente. Manifiesto Creacionista.
[3] Worringer solía decir que “las formas abstractas son las únicas y supremas en que el hombre puede descansar ante el inmenso panorama universal”; esto lo contraponía al naturalismo en la obra de arte, el cual, aunque no imita, es un acercamiento a lo “orgánico y vitalmente real”.
[4] Huidobro, Vicente. Óp. Cit.
[5] Acontecimiento entendido como algo que sucede de manera única, de tal forma que es capaz de cambiar el sentido de las cosas. Una vida que acontece es una vida capaz de moldearse a sí misma a cada instante.
Related Articles